30 de Junio 2005

BELLE GUNNES - La Viuda Negra

Nació en 1859 en Trondhjem, Noruega, en dónde vivió hasta el año 1883, en el cual se va a Chicago, y se casa al poco tiempo.

Ocho años después de la boda, en 1900, muere su marido, Max Sorensen, dejándole en herencia la bonita suma de 100 dólares del seguro, además de la suma conseguida por la venta de la granja en dónde residían. Con esa honorable cantidad, Belle se agencia una pensión, con tan mala suerte que se incendia al poco tiempo, dejando a la ´pobre´ viuda con el único consuelo de la póliza de seguros que había tomado la precaución de contratar.

Lejos de mostrar resentimiento alguno, con una iniciativa digna de admiración, invierte todo el dinero en una pastelería, negocio próspero... hasta que de nuevo el fuego lo consume en una sola noche.

Como la compañía aseguradora estaba sospechando que los incendios fuesen provocados, la viuda cambia de aires y decide instalarse en el Este. Se va a Indiana, en dónde se casa por segunda vez con el hombre que le cedería su apellido: Peter Gunness.


Como no es de extrañar en los matrimonios dónde anda de por medio una ´viuda negra´, Peter no vivió mucho tiempo después de casado. Sufrió un extraño contratiempo al resbalar ´accidentalmente´ en un estanque y propinarse un golpe mortal en la cabeza. La viuda Gunness no pudo sino disfrutar del dinero del seguro de su marido.

Después de ésta ´tragedia´ y cansada de estafar las aseguradoras con los incendios, decide probar otros métodos para conseguir dinero fácilmente, como poner anuncios en la sección de contactos de los periódicos. El matrimonio sí que podía llegar a ser dinero fácil, ya lo había comprobado...

´Viuda rica, atractiva, joven, propietaria de una granja, desea entrar en contacto con caballero acomodado de gustos cultivados con el objeto de contraer matrimonio´.

A este anuncio contestaron cantidad de pretendientes, y finalmente, entre la gran variedad de cartas que recibió en respuesta, seleccionó algunos que le parecieron más adecuados. Les envió a cada uno una carta idéntica en tono abiertamente comercial describiéndole sus posesiones:

´Su respuesta me ha llenado de alegría, pues tengo la seguridad de que es el hombre ideal para mí. Estoy convencida de que sabrá hacer que tanto yo como mis niños seamos felices, y que puedo confiarle cuanto poseo en este mundo. Pero voy a ser sincera con usted y le describiré mi situación actual. No debe haber engaños ni disimulos por cualquiera de las dos partes. En la granja hay setenta y cinco acres de tierra y la cosecha es muy variada. Todo esto ya está casi pagado. Tengo tres hijos pequeños, dos niñas y un niño. Perdí a mi esposo en un accidente hace cinco años... y he descubierto que ocuparme de la granja y cuidar de los niños queda más allá de mis fuerzas. Mi idea es encontrar un compañero a quién pueda confiárselo todo... He decidido que cada candidato que ha merecido mi consideración favorable debe hacer un depósito satisfactorio en efectivo o acciones.

Creo que es la mejor forma de mantener alejados a los timadores que siempre andan buscando una oportunidad de ganar dinero fácil. Valgo un mínimo de 20.000 dólares, y si usted puede traer consigo la suma de 5.000 dólares para demostrar que se toma el asunto en serio, hablaremos del futuro.´

No se sabe a ciencia cierta cuantos hombres respondieron a las cartas y llamaron a la puerta de Belle, aunque se estiman más de catorce, pero lo que sí es seguro es que ninguno de ellos vivió para contarlo.

Este juego mortal iba de maravilla para la viuda Gunness, hasta que un descuido acabó con todo. A pesar de que trataba de elegir siempre aquellos candidatos que no tuviesen amigos íntimos o familia, cuando contactó con Andrew Holdgren no se dio cuenta que éste tenía un hermano, por encima, muy curioso...

Habían pasado varios meses desde que Andrew se había marchado hacia Indiana, y como éste todavía no había dado señales de vida su hermano decidió escribir una carta a Belle, la ´prometida´, pidiéndole alguna noticia. En respuesta obtuvo una carta desesperada de la mujer:

´Haría cualquier cosa por encontrarle. Salió de mi casa un día de enero y daba la impresión de ser muy feliz, pero no he vuelto a verle desde entonces... iría hasta el fin del mundo para reunirme con él...´

El 28 de abril de 1908 la mala suerte llamó de nuevo a la puerta de la mujer. Un gran fuego hizo arder la granja hasta los cimientos... y el misterio de todo es que ella no vivió para contarlo.

Cuando llegó la policía encontró cuatro cuerpos calcinados: el mayor fue identificado como perteneciente a Belle, y los tres pequeños, a sus hijos.

Un mes después comparecía ante un jurado por cuatro cargos de asesinato e incendio premeditado Roy Lamphere, uno de los amantes de Belle, y empleado ocasional en las tareas de la granja. Finalmente sólo fue acusado por el incendio, y pasó 21 años en prisión.

Mientras, los investigadores continuaron su tarea en la granja. A los pocos días hallaron el cuerpo desmembrado de Andrew Holdgren envuelto en una tela más nueve cadáveres más, todos ellos despedazados y envueltos en sus respectivas telas.

Lo cierto es que los crímenes aportaron numerosos quebraderos de cabeza a las autoridades. Nunca pudieron desvelar el enigma de los crímenes... ¿Quién era el verdadero asesino, Belle Gunness o Roy Lamphere? ¿Estaba realmente muerta la viuda o había escapado al incendio?.

Por si esas dudas fuesen poco, la policía cometió un grave error por el que fue criticada durante mucho tiempo: en una ocasión detuvieron erróneamente a dos mujeres inocentes en un tren, creyendo que eran Belle y su madre.

Años más tarde, mientras miles de curiosos seguían visitando la granja como si de un espectáculo morboso se tratase, el amante de Belle acusado de incendio confesó los crímenes de la viuda y cómo él mismo le había ayudado a ocultar varios cadáveres. También reveló que el cuerpo calcinado que creían que correspondía al de Belle Gunness, en realidad no pertenecía a ella, sino al de una vagabunda que había sido atraída a la granja.

No obstante, hoy en día gracias a la medicina y a la antropología forense sí se sabe a ciencia cierta que el cadáver pertenecía a Belle. Pero entonces, ¿Por qué habría mentido el hombre? ¿Qué otras mentiras habrá contado a la policía? ¿Realmente provocó el acusado el terrible incendio?, ¿Para que? ¿Lo habrá provocado Belle Gunness para suicidarse dentro o querría haber hecho una tentativa de fraude a una compañía para cobrar otro seguro?... quien sabe...

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23 de Junio 2005

Edmund Emil Kemper III

Edmund Emil Kemper nació el 18 de diciembre de 1948 en California. Como la mayoría de los asesinos recurrentes, se crió en el seno de una familia conflictiva cuyos padres reñían constantemente y que con el tiempo terminarían divorciándose.

Criado por una madre terrible, que no vacilaba en encerrarlo en el sótano de su casa, Edmund Kemper se vuelve muy tímido y se aísla más y más. Sueña con vengarse e imaginando juegos mórbidos en los cuales tienen un papel esencial la muerte y la mutilación.

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Nadie toma en serio sus fantasías morbosas, ni siquiera cuando a los ocho años juega a la silla eléctrica o a la cámara de gas con su hermana, desempeñando él papel de víctima mientras su hermana hacía de verdugo y lo ejecutaba.

Su primera víctima es el gato de la familia. Le entierra vivo y le corta la cabeza, la cual lleva orgulloso a casa, donde la exhibe en su cuarto como un trofeo.


Es incapaz de expresar cualquier sentimiento de afecto y sus compañeros evitan su presencia, pues les asusta la manera en la que Kemper les mira fijamente, sin pronunciar palabra.

A los 13 años mata a su segunda víctima de sus experimentos, otro gato. Mata al animal a machetazos y su madre descubre los restos del animal ocultos en el armario. Le había cortado el cráneo para exponer el cerebro y luego lo apuñaló innumerables veces.

En 1963, su madre lo manda a vivir a la granja de sus abuelos paternos, que viven en un rancho de California. Es allí a los 16 años de edad, cuando dispara contra su abuela con un rifle del calibre 22 y luego la apuñala una y otra vez para desahogar su ira, porque según él, era más estricta y le imponía más castigos que su propia madre. Después le pegó un tiro a su abuelo y dejó el cadáver tendido en el jardín. Tras estos crímenes, llama a su madre desconcertado para informarla. Cuando los policías le interrogan sobre los motivos, responde: "Solo quería saber lo que se sentía matando a mi abuela".

Las autoridades lo internaron en un hospital de alta seguridad en Atascadero. En 1969 pese a la oposición de los psiquiatras, lo soltaron cuando tenía 21 años, para ponerlo de nuevo al cuidado de su madre.

Para aquel entonces ya medía 2,05 metros de estatura y pesaba unos 135 kilos.

El "gigante asesino" no elegía sus víctimas al azar, las somete a un cuestionario escrupuloso preparando con anterioridad una lista de características físicas y morales de sus futuras víctimas. Es absolutamente necesario que corresponda a la imagen que tiene de las estudiantes que su madre le había prohibido frecuentar. En mayo de 1972 recogió en su coche a dos autostopistas de 18 años, las llevó a un sitio apartado y allí las mató a puñaladas. Luego, trasladó los cuerpos a casa de su madre, les sacó fotografías con una Polaroid, las descuartizó y les cortó la cabeza, al día siguiente entierra los cadáveres en las montañas cerca de las inmediaciones y arroja las cabezas a un barranco.

En septiembre de 1972, cuatro meses después mata a otra joven de 15 años de una manera similar, recogiéndola cuando hacía autostop, estrangulándola, violando el cadáver y llevándoselo a casa.

Mientras se entregaba a esta orgía criminal acudió a una de las evaluaciones psiquiátricas a las que debía someterse con regularidad, y fingió tal lucidez que según los peritos que lo examinaron, ya no representaba una amenaza para sí mismo ni para los demás. Ese día llevaba en el maletero de su coche la cabeza decapitada de su víctima más reciente.

Ed espera otros cuatro meses antes de volver a matar. En febrero de 1973, amenaza a punta de pistola a otra estudiante para que se meta en el maletero, antes de llegar a su casa la ha matado, coloca el cadáver encima de su cama y lo viola. Desmiembra el cuerpo en la bañera y arroja los restos al mar, la cabeza la entierra al pie de la ventana del cuarto de su madre.

En febrero de 1973, otras dos chicas caen bajo los golpes del "gigantón de Santa Cruz". Kemper amontona los cadáveres en el maletero y regresa a casa de su madre, donde cena tranquilamente. Luego baja a decapitar los cuerpos.

Finalmente Kemper mata a su madre a martillazos mientras dormía, antes de decapitarla y de violar su cadáver. Más tarde pone la cabeza de su madre sobre la repisa de la chimenea y le lanza flechitas mientras la insulta.

Esa noche telefonea a una amiga de su madre y la invita a cenar. Tan pronto como se sienta la golpea, la estrangula y la decapita.

Tras esto decide entregarse a la policía. El objetivo principal había desaparecido, dijo más tarde a la policía intentando explicar su decisión por entregarse. En sus confesiones posteriores reconoce que lo que más deseaba era saborear su propio triunfo sobre la muerte de los demás. Él vencía a la muerte y vivía mientras los demás morían. Esto actuaba sobre él como una droga, empujándolo a querer cada día más gloria en su victoria personal a la muerte.

En vida, la muerte siempre estaba con él.
Al preguntársele como reaccionaba cuando veía a una muchacha bonita en la calle, contestaba: Un lado de mí, dice, "que chavala tan atractiva, me gustaría hablar con ella, salir con ella", pero otra parte de mí se pregunta cómo quedaría su cabeza pinchada en un palo.

Edmund Kemper fue declarado culpable de ocho asesinatos en primer grado. Cuando le preguntaron qué castigo pensaba que merecía, contestó que "la muerte por tortura".

Con ocho condenas por asesinato en primer grado, Kemper escapa a la pena de muerte porque acaba de ser abolida en el estado de California, donde más tarde fue restablecida.

En 1978, Robert Ressler (psicólogo y criminólogo que acuñó el término de "serial killer"), y John Douglas (Jefe de la unidad de Ciencias del Comportamiento del FBI), que en aquella época estaban haciendo un estudio sobre la psicología del asesino en serie, decidieron interrogar a Kemper en su celda de California, en dónde se encontraba cumpliendo varias condenas de cadena perpetua.

El reo aceptó entusiasmado la entrevista, y tras entregar sus armas y firmar un documento que exime toda responsabilidad a las autoridades carcelarias de lo que pueda pasar en el interior, los dos hombres se encontraron cara a cara con aquel curioso asesino de talla descomunal y tupido bigote.
Su inteligencia era como su talla, sobresaliente. Según los registros de la prisión, su cociente intelectual era de 145.

Allí les comentó que su madre siempre le había odiado, pues desde niño él se parecía a su padre. Cuando cumplió 10 años ya era un gigante para su edad, y como su madre temía que pudiera abusar sexualmente de su hermana, lo hacía dormir en un sótano que no tenía ventanas.

Recluido como un preso y obligado a sentirse culpable y peligroso cuando no había hecho nada malo, se fue obsesionando con la idea de matar. Cuando sus padres se separaron, mató y descuartizó a los dos gatos de la familia, (según los dos investigadores, la crueldad infantil hacia los animales es el rasgo principal de los tres que caracterizan la personalidad del asesino múltiple. Las otras dos son la piromanía y la enuresis o incontinencia urinaria durante el sueño).

Kemper trató una vez de entrar a formar parte de la Policía de Carreteras de California, pero lo rechazaron. (También esta característica es común en muchos de estos criminales. Si se tiene en cuenta que la mayoría de ellos son individuos fracasados y resentidos, no es de extrañar que en algún momento se ilusionen con la idea de convertirse en policías, que son los representantes de la autoridad e inspiran respeto).

Kemper les contó que posteriormente frecuentaría los sitios de reunión de los agentes y entablaba conversación con ellos, lo cual no sólo le hacía sentirse integrante del grupo sino que le proporcionaba información reservada sobre el avance de las investigaciones de sus crímenes.

Una inquietante anécdota que los investigadores relataban, es que al final de la tercera entrevista, Robert Ressler aprieta el timbre para llamar a la guardia, llama tres veces en un cuarto de hora. Sin respuesta Kemper advierte a su entrevistador de que no sirve de nada ponerse nervioso, pues es la hora del relevo y de la comida de los condenados a muerte, y agrega que nadie contestará a la llamada antes de otro cuarto de hora por lo menos: "Y si de repente me vuelvo majareta, vaya problema que tendrías , ¿verdad? Podría desenroscarte la cabeza y ponerla encima de la mesa para darle la bienvenida al guardia...".

Nada tranquilo, Ressler le contesta que esto no volvería más fácil su estancia en la cárcel. Kemper le responde que tratar así a un agente del FBI provocaría, al contrario, un enorme respeto entre los demás prisioneros. "No te imagines que he venido aquí sin medios de defensa", le dice Ressler. "Sabes tan bien como yo que está prohibido a los visitantes llevar armas", responde Kemper, mofándose.

Conocedor de las técnicas de negociación Ressler intenta ganar tiempo. Finalmente, el guardia aparece y abre la puerta, Ressler suspira con alivio. Al salir de la sala de entrevistas, Kemper le dirige un guiño y poniéndole el brazo sobre el hombro, le dice sonriendo: "Ya sabes que sólo bromeaba, ¿no?"

Fuente: Escalofrio.com

Posted by Alikuekano at 11:49 AM | Comments (9)

15 de Junio 2005

Mitología Nórdica - El Origen del Mundo

Al principio, érase el Frío y el Calor. El frío era Nilfheim, un mundo de oscuridad, frío y niebla. El calor era Muspell, el mundo del eterno calor. Entre estos dos mundos existía un gran vacío con el nombre de Ginnungagup. En Ginnungagup surgió la vida al encontrarse el hielo de Niflheim y el fuego de Muspell. De este encuentro entre el frío y el calor nacieron primero el ogro Ymer y después la gigante vaca llamada Audumbla. Ymer vivió de la leche de Audumbla, y de su sudor nació una pareja de gigantes, y de sus pies un hijo. Ese fue el origen de los "gigantes de escarcha", también llamados yotes.

ymer

Audumbla vivió lamiendo la escarcha en las rocas salobres, de donde surgió poco a poco el primer hombre, Bure, y de él descienden los dioses llamados asas. El hijo de Bure, de nombre Bor, se casó con la hija de un yote, Bestla, y juntos tuvieron tres hijos dioses: Odin, Vile y Ve. Odin y sus hermanos mataron a Ymer, y de su cuerpo crearon la tierra, de su sangre el mar, de su cráneo el cielo, de sus huesos las montañas, de su pelo los bosques, de su cerebro las nubes y de sus cejas un muro alrededor del inhabitable exterior. En este nuevo mundo crearon el mundo de los hombres, llamado Midgård. Luego, y para que los hombres no se sintieran solos, crearon en el centro de Midgård el mundo de los asas, Asgård, en cuyo centro crecía un gran fresno llamado Yggdrasil. Yggdrasil fue el árbol de la vida, y si muriera, significaría la destrucción total del mundo.

Yggdrasil sostenía el cielo y en su copa vivía un águila, y entre los ojos del águila un gavilán llamado Vederfølner. Por el tronco corría la ardilla Ratatosk pasando noticias e insultos entre el águila el dragón Nidhug que vivía al lado de una de las raíces de Yggdrasil. Cuatro ciervos corrían por sus ramas y el rocío que caía de su cornamenta formaba los ríos del mundo. Yggdrasil tenía tres raíces. Una yacía en Asgård, donde también se encontraba el pozo de Urd vigilado por tres nornas, encargadas de sacar agua del pozo para regar Yggdrasil. Estas tres nornas (diosas del hado) reinaban sobre el destino de los hombres y decidían si vivirían felices o no. La otra raíz yacía en Jotunheim, el mundo de los yotes (gigantes de escarcha), y aquí también se encontraba el pozo de Mimer. Era el pozo de la sabiduría y el que bebía del pozo sabría todo lo pasado y todo lo venidero. En el fondo del pozo se hallaba uno de los ojos de Odin, quien lo dio en prenda a cambio de sabiduría. La tercera raíz yacía en Niflheim, donde se encontraba también el dragón Nidhug.

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En Asgård tenía Odin su casa llamada Valhal, donde vivían los guerreros vikingos muertos (Einherjerne) y las valquirias. Las valquirias eran las vírgenes guerreras o espíritus de guerra de Odin, y las que llevaban a los guerreros muertos a Valhal. Valhal tenía 540 puertas y todas tan grandes que podían entrar 800 hombres a la vez. Su techo estaba cubierto de escudos dorados, encima de los cuales caminaba la cabra Heidrun. Heidrun comía las hojas de Yggdrasil y de su ubre caía la hidromiel que bebían los guerreros. Todos los días los guerreros de Valhal salían al campo de batalla, aunque ahora sin que les ocurriera nada. Si se les caía un brazo o una pierna, las valquirias lo arreglaban por la noche. Después de la batalla venía el gran festín con mucha comida y bebida. Valhal era una especie de paraíso para los guerreros, algo que les quitaba el miedo a morir. Así se preparaban para la última batalla el día de Ragnarok, "el crepúsculo de los dioses", el día del fin del mundo.

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14 de Junio 2005

La calzada de los Gigantes

Cuenta una antigua leyenda celta que el gigante irlandés Finn MacCool decidió construir un camino a su medida hasta la isla de Staffa en Escocia. Edificó una ciclópea calzada de prismas hexagonales que le permitió atravesar 120 km. de mar sin mojarse, y pudo desafiar a su rival, el gigante escocés Benandonner. Pero, al acercarse a éste, comprobó que era mucho más fuerte y fiero que lo que había imaginado. Perseguido por el escocés, MacCool huyó de nuevo a la verde Irlanda y allí, su esposa Oonagh le escondió en una cuna.

Cuando apareció Benandonner, Oonagh le invitó a tomar el té, pidiéndole que no despertase al "bebé". Entonces, fue Benandonner el que se aterró, no deseando enfrentarse con el padre de aquella enorme criatura. Y al escapar destruyó la calzada, de la que sólo quedaron en pie sus tramos inicial y final, confiando en que así no sería perseguido por MacCool.

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Para los modernos geólogos, "Giant's Causeway", la Calzada de los Gigantes, situada en el conflictivo norte de Irlanda, guarda en efecto una estrecha relación con los similares prismas hexagonales de Staffa. Pero su origen se remonta a miles de siglos antes de los celtas. La componen más de 37.000 columnas de basalto que son el fruto de la actividad volcánica que modificó el relieve de Irlanda, Escocia, Islandia y Groenlandia, hace cincuenta y cinco millones de años. (Fuente Viajeros.com)

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