Pues navegando navegando he encontrado este completo texto, de Matías Orta para FIN, que explora la faceta literaria del grandisimo autor de terror y suspense Clive Barker, que muchos conocereis ya por films como Hellraiser o Candyman (basada en uno de sus relatos).
En el género de horror subviertes lo que la gente piensa acerca de la mortalidad, la sexualidad y la política. Es un ámbito donde todo está a tu disposición, y me atrae porque aborrezco lo seguro, lo convencional. La ficción en general examina los estratos del mundo con criterio realista; la ficción de horror arremete contra ellos con una sierra eléctrica, corta la realidad en pedacitos y le pide al lector que vuelva a armarla. Es una forma agresiva de redefinir lo que pensás acerca del mundo, y esa es la causa de que a menudo la rechacen los críticos y los lectores. Puede maltratar brutalmente nuestra visión del mundo.Clive Barker
Clive Barker nació el 5 de octubre de 1952 en Penny Lane, Liverpool (Inglaterra). Mientras sus vecinos Los Beatles hacían estragos, el pequeño Clive devoraba todo libro que se le cruzase. Sus autores favoritos: Edgar Allan Poe, Ray Bradbury, Herman Melville, William Blake, y más tarde, William Burroughs, Thomas Harris y Anne Rice.
Dado lo mórbido de su imaginario, resulta tentador pensar que tuvo algún trauma infantil o algo por el estilo. Se sabe muy poco de su vida personal, así que no hay nada comprobado. Cuando le preguntan de dónde saca tan perversas ideas, contesta que sólo le salen naturalmente, lo que contradice la máxima que dice que para hacer buen arte primero hay que sufrir. Y bueno, no todos los grandes artistas la pasaron tan mal como Roman Polanski, ¿verdad?
Tras estudiar la carrera de Filosofía y Letras en la Universidad de Liverpool, se mudó a Londres y comenzó a desempeñarse como dramaturgo, actor y director de sus propias obras de teatro, en las que ya aparecían temáticas relacionadas con el horror, el sexo y la fantasía. En paralelo, escribió y dirigió dos cortometrajes: Salomé (1973), sobre la controvertida obra de Oscar Wilde, y The forbidden (1975-78).
También se dedicó a ilustrar revistas pornográficas, y hasta estudió para ser mimo.
Sin embargo, sentía que sus inquietudes no estaban del todo satisfechas.
Inspirado por la antología Dark Force (publicada en castellano por la editorial Martínez Roca con el título de El segundo gran libro del terror), por las noches, durante dieciocho meses, se dedicó a darle forma a una serie de cuentos de terror como jamás habían aparecido hasta el momento.
Los primeros tres volúmenes de The books of blood se publicaron en 1984 por la editorial británica Sphere, cuando Barker contaba con poco más de treinta años. Los siguientes tres aparecieron en 1986. En España, los tres primeros se editaron con el nombre de Libros sangrientos 1, 2 y 3 por la editorial Planeta, y los volúmenes restantes, como Sangre 1 y 2, ahora por Martínez Roca en su colección Gran Súper Terror.
En Inglaterra el éxito fue moderado, pero al llegar a Estados Unidos, explotó. El responsable de catapultarlo fue Stephen King, quien, en 1985, luego de leer algunos de los relatos, se despachó con el siguiente comentario: He visto el futuro del género de terror, y su nombre es Clive Barker. Lo que escribe crea la impresión de que el resto de sus colegas hemos permanecido estáticos durante los últimos diez años.
El escritor Ramsey Campbell encargado de prologar The books... no se quedó atrás a la hora de los elogios: Barker es un autor que está dispuesto a llegar hasta el fin, hasta donde lo lleve la lógica de su imaginación. A mi juicio, es la primera voz auténtica de la próxima generación de autores de obras de horror.
¿Qué es lo que hace tan especiales a los Libros Sangrientos?
Para empezar, como decía Campbell, son el más importante exponente de una imaginación salvaje, poca veces vista en la literatura.
Mi anhelo de perversidad es tal vez un poco más complejo que el de algunos de mis colegas escritores, confesó Barker en un reportaje de la revista Twilight Zone. Quiero decir que si olfateo la predictibilidad de algo que estoy haciendo, inmediatamente me enfrío y dejo la pluma. Esto determina que mis cuentos sean un poco escandalosos para algunos gustos, pero también determina que los lectores aborden mis cuentos con la certeza de que se van a encontrar con algo que no se parece a ninguna otra cosa.
En una entrevista de Publishers Weekly, Barker declaró: Casi toda la ficción de horror empieza con una vida rutinaria que es desquiciada por la aparición del monstruo. Una vez eliminado el monstruo, todo vuelve a la normalidad. No creo que eso sea válido para el mundo. No podemos destruir al monstruo porque el monstruo somos nosotros. Piénselo: no hay peores monstruos que las personas con quienes nos casamos, o con quienes trabajamos, o que nos han engendrado.
En efecto, los protagonistas de sus historias no son los típicos ciudadanos normales envueltos en circunstancias desconocidas. Esta vez sucede lo contrario: la gente es la que busca el mal. Por eso la mayoría son asesinos, ladrones, brujos; seres ambiciosos, perversos, genuflexos de fuerzas oscuras, versiones contemporáneas de Fausto.
The books... arranca con un cuento-introducción, Los muertos tienen autopistas. En una suerte de homenaje al prólogo de El hombre ilustrado de Bradbury, nos presenta a Simon McNeill, un psíquico que simula comunicarse con espíritus de una casa abandonada. Hasta que un día los espectros hacen acto de presencia y, de alguna manera, terminan escribiendo oscuras historias del más allá sobre el cuerpo desnudo de Simon.
La calidad de los relatos es muy pareja, y cada uno conduce a un mundo más perturbador que el otro.
A modo de muestra, acá van algunas síntesis argumentales como ejemplos.
En El tren de la carne de medianoche, un aburrido empleado descubre a los antiguos habitantes de su adorada Nueva York. Cuentos como este, o como Las pieles de los padres o La Madonna contienen fuertes connotaciones lovecraftianas.
El atroz Jacqueline Hess: su voluntad y testamento nos trae a la femme fatale perfecta, capaz de convertir en un pegajoso resto de carne amorfa a quienes tratan de seducirla.
En las colinas, las ciudades, uno de los más ferozmente originales del libro, hace pensar en qué hubiera terminado el bueno de Clive de no haber sido artista: los habitantes de dos pueblos yugoslavos pelean entre sí de una manera nada tradicional. Una pareja gay es testigo del enfrentamiento.
En La era del deseo, un afrodisíaco provoca los efectos más extremos en un individuo corriente. Imaginen a un ser humano manteniendo relaciones sexuales con un muro de ladrillos y fantaseando con otras cosas inanimadas.
Además, se da el gusto de homenajear a su manera, obviamente al gran Poe, en Nuevos crímenes en la calle Morgue.
El autor también incursionó en los tópicos más tradicionales del género, pero desde su peculiar punto de vista. Así, cuentos como Rex- el hombre lobo y Crepúsculo en las torres nos muestran un enfoque diferente de la licantropía. La primera conoció una versión cinematográfica, Rawhead Rex (George Pavlov, 1986), una producción inglesa difícil de conseguir por suerte para Barker, nada conforme con el resultado final.
Uno de los relatos más destacables es Lo prohibido, ya que en él se basó el director Bernard Rose para dirigir la estupenda Candyman: el dominio de la mente (Candyman, 1992), la historia de una periodista investigando ciertos graffitis. Al final, la pobre mujer termina en las garras de Candyman, un fantasma de raza negra que sólo aparece cuando se pronuncia su nombre cinco veces delante de un espejo. El éxito del film generó dos secuelas: Candyman 2 (Candyman: farewell to the flesh, 1995) bucea en la trágica historia del espectro, y tiene cierta importancia porque su director, Bill Condon (sin chistes), ganó un Oscar y es uno de los más respetados de Hollywood. De Candyman 3 mejor no digamos nada.
Otro cuento que tuvo su adaptación, esta vez para la pantalla chica, fue La política del cuerpo, en la película televisiva Quicksilver Highway (Mick Garris, 1995).
Además, los cuentos tienen su versión en comic por medio de la serie titulada Tapping the Vein.
Gracias a sus frescas, novedosas y geniales creaciones, Barker obtuvo el World Fantasy y el British Fantasy Awards de 1985.
Nunca me he autocensurado. Nunca he emprendido una indagación para después detenerme a mitad de camino al darme cuenta de que me lleva a algo más macabro de lo que puedo soportar. Nunca he eliminado ningún subtexto sexual de mi obra; en cambio, he tendido a llevarlo hasta sus últimas consecuencias con mucho placer. (...) Cuando mi relato es sanguinario, es muy sanguinario; cuando es sexual, es muy sexual; cuando es humorístico, es muy gracioso. No me gustan las medias tintas... Así que no creo ser un buscador de sangre. Soy un buscador de excesos. Me gusta llevar los cuentos, los hechos y los personajes hasta las últimas consecuencias.
El Barker novelista
La producción literaria de Barker no se limita a los cuentos. También incursiona exitosamente en la novela, otro vehículo para explotar sus excesos.
La primera en publicarse fue El libro de las maldiciones (The damnation game) en 1985, en la que el autor vuelve a explorar el mito de Fausto que tanto lo obsesiona. Hace cinco años estuvo por convertirse en película, con Sean Connery y Paul Newman en los protagónicos, pero el proyecto quedó en el limbo.
En 1986 sale The Hellbound Heart, la nouvelle que inspiró la película Hellraiser y sus secuelas. Este trabajo nunca fue editado en nuestro idioma Afortunadamente, la editorial española Plaza & Janés sí se decidió a sacar algunas de las novelas que escribió después (aunque son casi inconseguibles).
Sortilegio (Weaveworld, 1987), está más cerca de la fantasía que del horror.
Pero la más famosa es Cabal (1988), sobre un individuo acusado de asesinatos que ingresa en Midian, el último refugio de freaks y de otras criaturas fantásticas amenazadas por la raza humana. El mismísimo Barker la llevó al cine con el nombre de Hijos de la noche (Nightbreed, 1990).
También se publicó en España El gran espectáculo secreto (The great and secret show, 1989), una historia épica sobre el enfrentamiento entre las fuerzas de la oscuridad y de la luz en un pueblo californiano. En más de seiscientas páginas se mezclan la alquimia, monstruos varios, sexo, fantasmas, cómicos en decadencia, conflictos entre padres e hijos, viajes a otros mundos.
Lo última obra de Barker conocida en el mundo hispanoparlante es la siniestra fábula infantil El ladrón de días (The thief of always, 1992). La historia de Harvey, el aburrido niño que accede a un universo donde, al parecer, tiene todo lo que quiere, cuenta con ilustraciones del propio autor.
Otras novelas: Imagica (1991), Everville (1994, la continuación de El gran...); Sacrament (1996); Galille (1998); Cold canyon heart (2001); y la saga Abarat (2002).
La obra de Clive Barker en el Cine
Cortometrajes:
- Salome (Clive Barker, 1973)
- The forbidden (Clive Barker, 1978)
Largometrajes:
- Transmutations (George Palou, 1986): guión original.
- Rawhead rex (George Palou, 1987): basado en el relato Rawhead rex.
- Hellraiser, los que traen el infierno (Clive Barker, 1987) basado en el relato The hellbound heart.
- Hellbound: Hellraiser II (Peter Atkins, 1988)
- Razas de noche (Clive Barker, 1990): basado en el relato Cabal.
- Candyman (Bernard Rose, 1992): basado en el relato The forbidden.
- Hellraiser III: Infierno en la Tierra (Anthony Hickox, 1993)
- Candyman II (Billy Condon, 1994)
- El señor de las ilusiones (Clive Barker, 1995): basado en el relato The great and secret show.
- Hellraiser IV: El final de la dinastía sangrienta (Alan Smithee, 1996)
- Dioses y monstruos (Billy Condon, 1998): productor ejecutivo.
- Candyman III: The day of the dead (Turi Meyer, 1999)
- Hellraiser V: inferno (scott derrickson, 2000)
Televisión:
Yattering and jack: adaptación de la novela para un episodio de la serie Tales from the darkside.
Quicksilver highway (Mick Garris, 1997): adaptación en dos episodios de la novela The body politic para la serie Night vision.
Clive barker A to Z horror: presentador y escritor de los documentales sobre terror para la BBC.
Pero el resto de obras de Barker no se limitan al cine o la televisión. Clive ha metido su mano en muchisimos campos relacionados con la literatura, la pintura o incluso los videojuegos, siendo, por ejemplo, productor y guionista del magnifico juego Undying, el cual recomiendo encarecidamente a todo el mundo ;)
Web Oficial de Clive Barker: http://www.clivebarker.com/
Llegamos a Arezzo un poco antes del medio día, y perdimos más de dos horas buscando el castillo renacencista que el escritor venezolano Miguel Otero Silva había comprado en aquel recodo idílico de la campiña toscana. Era un domingo de principios de agosto, ardiente y bullicioso, y no era fácil encontrar a alguien que supiera algo en las calles abarrotadas de turistas. Al cabo de muchas tentativas inútiles volvimos al automóvil, abandonamos la ciudad por un sendero de cipreses sin indicaciones viales, y una vieja pastora de gansos nos indicó con precisión dónde estaba el castillo. Antes de despedirse nos preguntó si pensábamos dormir allí, y le contestamos, como lo teníamos previsto, que sólo íbamos a almorzar.
Menos mal dijo ella porque en esa casa espantan.
Mi esposa y yo, que no creemos en aparecidos del medio día, nos burlamos de su credulidad. Pero nuestros dos hijos, de nueve y siete años, se pusieron dichosos con la idea de conocer un fantasma de cuerpo presente.
Miguel Otero Silva, que además de buen escritor era un anfitrión espléndido y un comedor refinado, nos esperaba con un almuerzo de nunca olvidar. Como se nos había hecho tarde no tuvimos tiempo de conocer el interior del castillo antes de sentarnos a la mesa, pero su aspecto desde fuera no tenía nada de pavoroso, y cualquier inquietud se disipaba con la visión completa de la ciudad desde la terraza florida donde estábamos almorzando. Era difícil creer que en aquella colina de casas encaramadas, donde apenas cabían noventa mil personas, hubieran nacido tantos hombres de genio perdurable. Sin embargo, Miguel Otero Silva nos dijo con su humor caribe que ninguno de tantos era el más insigne de Arezzo.
El más grande sentenció fue Ludovico.
Así, sin apellidos: Ludovico, el gran señor de las artes y de la guerra, que había construido aquel castillo de su desgracia, y de quien Miguel nos habló durante todo el almuerzo. Nos habló de su poder inmenso, de su amor contrariado y de su muerte espantosa. Nos contó cómo fue que en un instante de locura del corazón había apuñalado a su dama en el lecho donde acababan de amarse, y luego azuzó contra sí mismo a sus feroces perros de guerra que lo despedazaron a dentelladas. Nos aseguró, muy en serio, que a partir de la media noche el espectro de Ludovico deambulaba por la casa en tinieblas tratando de conseguir el sosiego en su purgatorio de amor.
El castillo, en realidad, era inmenso y sombrío. Pero a pleno día, con el estómago lleno y el corazón contento, el relato de Miguel no podía parecer sino una broma como tantas otras suyas para entretener a sus invitados. Los ochenta y dos cuartos que recorrimos sin asombro después de la siesta, habían padecido toda clase de mudanzas de sus dueños sucesivos. Miguel había restaurado por completo la planta baja y se había hecho construir un dormitorio moderno con suelos de mármol e instalaciones para sauna y cultura física, y la terraza de flores intensas donde habíamos almorzado. La segunda planta, que había sido la más usada en el curso de los siglos, era una sucesión de cuartos sin ningún carácter, con muebles de diferentes épocas abandonados a su suerte. Pero en la última se conservaba una habitación intacta por donde el tiempo se había olvidado de pasar. Era el dormitorio de Ludovico.
Fue un instante mágico. Allí estaba la cama de cortinas bordadas con hilos de oro, y el sobrecama de prodigios de pasamanería todavía acartonado por la sangre seca de la amante sacrificada. Estaba la chimenea con las cenizas heladas y el último leño convertido en piedra, el armario con sus armas bien cebadas, y el retrato al óleo del caballero pensativo en un marco de oro, pintado por alguno de los maestros florentinos que no tuvieron la fortuna de sobrevivir a su tiempo. Sin embargo, lo que más me impresionó fue el olor de fresas recientes que permanecía estancado sin explicación posible en el ámbito del dormitorio.
Los días del verano son largos y parsimoniosos en la Toscana, y el horizonte se mantiene en su sitio hasta las nueve de la noche. Cuando terminamos de conocer el castillo eran más de las cinco, pero Miguel insistió en llevarnos a ver los frescos de Piero della Francesca en la Iglesia de San Francisco, luego nos tomamos un café bien conversado bajo las pérgolas de la plaza, y cuando regresamos para recoger las maletas encontramos la cena servida. De modo que nos quedamos a cenar.
Mientras lo hacíamos, bajo un cielo malva con una sola estrella, los niños prendieron unas antorchas en la cocina, y se fueron a explorar las tinieblas en los pisos altos. Desde la mesa oíamos sus galopes de caballos cerreros por las escaleras, los lamentos de las puertas, los gritos felices llamando a Ludovico en los cuartos tenebrosos. Fue a ellos a quienes se les ocurrió la mala idea de quedarnos a dormir. Miguel Otero Silva los apoyó encantado, y nosotros no tuvimos el valor civil de decirles que no.
Al contrario de lo que yo temía, dormimos muy bien, mi esposa y yo en un dormitorio de la planta baja y mis hijos en el cuarto contiguo. Ambos habían sido modernizados y no tenían nada de tenebrosos. Mientras trataba de conseguir el sueño conté los doce toques insomnes del reloj de péndulo de la sala, y me acordé de la advertencia pavorosa de la pastora de gansos. Pero estábamos tan cansados que nos dormimos muy pronto, en un sueño denso y continuo, y desperté después de las siete con un sol espléndido entre las enredaderas de la ventana. A mi lado, mi esposa navegaba en el mas apacible de los inocentes. Qué tontería me dije , que alguien siga creyendo en fantasmas por estos tiempos. Sólo entonces me estremeció el olor de fresas recién cortadas, y vi la chimenea con las cenizas frías y el último leño convertido en piedra, y el retrato del caballero triste que nos miraba desde tres siglos antes en el marco de oro. Pues no estábamos en la alcoba de la planta baja donde nos habíamos acostado la noche anterior, sino en el dormitorio de Ludovico, bajo la cornisa y las cortinas polvorientas y las sábanas empapadas de sangre todavía caliente de su cama maldita.
Pues hoy estoy aqui sin ningun sueño en el cuerpo y vete tu a saber porque me he acordado de la pelicula "en la boca del miedo" de Carpenter, pelicula que esta basada en una novela del mítico H.P. Lovecraft (traducida al castellano como "En las montañas de la locura"), del que ya he puesto algun relato en este blog. Pues me ha dado por buscar la vida, obra y milagros de este escritor y he localizado un texto muy interesante en Booksfactory que ahora paso a transcribir ;). Para que veais que los temas de los que uno escribe pueden surguir en cualquier momento o circustancia jejejeje.
Howard Phillips Lovecraft nació el 20 de agosto de 1890 en Providence (Rhode Island). Fué un niño enfermizo con una infancia desgraciada ya que perdió a sus padres enfermos de locura. Hijo de un padre "neurótico y dictatorial" que nunca convivió con su hijo, primero a causa de sus ocupaciones y luego por su muerte (a causa de la sífilis, que lo llevó a la locura y a la parálisis) cuando el autor solo contaba ocho años de edad. Su madre era de carácter sumamente nervioso y volcó toda su ansiedad causada por el matrimonio desavenido en el niño y continuamente decía a éste que era muy feo, que no debía dar un paso lejos de sus faldas, que la gente era mala y tonta, que, como sus padres provenían de Inglaterra, él era de estirpe británica y, por tanto, ajeno al terrible país en que vivían. Recibió, pues, una educación aristocrática y ramplona, de gente bien venida a menos, pero orgullosa de sus tradiciones.
En su Introducción a la literatura norteamericana, Jorge Luis Borges nos dice que Lovecraft, «muy sensible y de salud delicada, fue educado por su madre viuda y sus tías. Gustaba, como Hawthorne, de la soledad, y aunque trabajaba de día, lo hacía con las persianas bajas.» Se crió sobreprotegido y solitario, rodeado unicamente por los libros de la biblioteca de su abuelo materno y convencido de su fealdad y de que la gente que le rodeaba no merecía su roce.
Empezó a escribir relatos y poesía a los siete años de edad y en sus primeras obras ya resulta evidente su pasión por la literatura macabra. A los 13 años, fascinado por el personaje de Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle, fundó la Providence Detective Agency.
En su adolescencia se dedicó a imitar a los escritores del siglo XVIII. Sentía predilección por todo lo antiguo, pero en especial por este siglo. Lovecraft era un reaccionario terrible. Sentía un miedo visceral por todo lo nuevo, e incluso deploraba la independencia de su país (a la que denominaba "el cisma de 1776"). Se consideraba británico y adoraba todo lo que le recordase el pasado colonial de su patria. Fue una persona solitaria que dedicaba su tiempo a la lectura, la astronomía y a cartearse con otros aficionados a la literatura macabra. Asimismo, debido a su frágil salud, acudió a la escuela de forma discontínua y desde muy pequeño sintió una morbosa aversión al mar (según Wandrei, a partir de una intoxicación por comer pescado en malas condiciones ). Se alimentaba preferentemente de dulces y helados y desde niño sufrió terribles pesadillas. Hasta los 30 años no pasó una noche fuera de su casa. Para el, el colmo del idealismo era pretender mejorar la situación del hombre.
Odiaba la luz del día. Pero en las noches revivía para leer, para escribir, para pasear por las calles solitarias -sin enemigos ya- y, sobre todo, para soñar. Lovecraft vivía por y para sus sueños. En ellos experimentaba "una extraña sensación de expectación y de aventura, relacionada con el paisaje, con la arquitectura y con ciertos efectos de las nubes en el cielo". Este goce estético fue el que, según Derleth, le impidió suicidarse.
Fue un gran innovador del cuento de terror gracias a su singular tratamiento de la narrativa y la atmósfera de sus historias, que acercó el género a la ciencia-ficción. Con 16 años escribía una columna de astronomía para el Providence Tribune.
En 1923 comenzó a publicar sus cuentos en la revista Weird Tales, pero la mayor parte de su obra apareció póstumamente. Sus narraciones, macabras y fantásticas, en las que se observa la influencia de Lord Dunsany, William H. Hodgson, Arthur Machen, Ambrose Bierce y Edgar Allan Poe , desarrollan la idea de una legendaria población original de la Tierra, que intenta recuperar su poder perdido. Sus relatos tratan sobre espíritus malignos, posesiones psíquicas y mundos oníricos donde el tiempo y el espacio se alteran irremediablemente, como en sus Mitos de Cthulhu, que en realidad fue un trabajo colectivo que cristalizó en torno a un hombre solitario, pero que fue creciendo con las aportaciones del llamado "Círculo de Lovecraft", un grupo de escritores formado por el propio Lovecraft, Clark Ashton Smith, Robert E. Howard, Robert Bloch, August Derleth, Frank Belknap Long, Henry Kuttner, E. Hoffman Price y otros.
Robert Bloch dice de él que, si bien es cierto que Lovecraft fomentó su propia leyenda, también lo es que viajó, que se escribió con mucha gente, que estaba siempre al corriente de la Filosofía, la Política, y la Ciencia de su época. "El cuadro del hombre retraído y solitario que persigue sombras y pasea de noche en antiguos cementerios -dice Bloch- no es completo". Y añade: "La rareza de Howard Phillips Lovecraft -si es que hubo tal rareza- residió en que su torre de marfil estaba mejor construida y era más bella que la mayoría de ellas y en que invitaba al mundo entero a visitarla y a compartir sus riquezas".
La amistad postal y multilateral del Círculo de Lovecraft pronto se reflejó en su obra literaria. De esta datan los primeros Mitos de Cthulhu. El primero de sus relatos perteneciente a este ciclo es La Ciudad sin Nombre (1921). En El Ceremonial (1923) la acción transcurre en Nueva Inglaterra. Sus cuentos, aun los no pertenecientes a los Mitos, se sitúan ya indefectiblemente en su región natal, casi siempre en sus zonas rurales. A partir de La Llamada de Cthulhu (1926), los Mitos adquieren su forma adulta y definitiva, en colaboración con todo el Círculo de Lovecraft. Cada uno de sus amigos puso su granito de arena: el uno se inventó un nuevo dios, el otro, un nuevo libro de oscuro saber olvidado; el de más allá, una situación, un detalle, un ambiente.
También fueron incluidas aportaciones provenientes de escritores anteriores como Ambrose Bierce, Algernon Blackwood, Arthur Machen o Robert W. Chambers y de algunas mitologías como la árabe, la polinesia o la sumeria).
También de esta época de apertura social data su amistad con Sonia Greene, diez años mayor que él y con la que se casaría en 1924, yéndose a vivir a Brooklyn. El matrimonio sólo duró dos años y tras la separación, Lovecraft regresó a Providence y se dedicó a escribir, a leer, a investigar la historia de Nueva Inglaterra. Hizo algunos pocos viajes y, sintiéndose definitivamente fracasado en el mundo, se hundió de nuevo en su antigua misantropía que, en realidad, nunca le había abandonado del todo.
Murió de cancer de estómago a la edad de 47 años, un 15 de marzo de 1937 en el Jane Brown Memorial Hospital de Providence, en la pobreza y el anonimato. Después de su muerte, sus amigos y admiradores -sobre todo Donald Wandrei y August Derleth- se dedicaron a recopilar sus cuentos dispersos o inéditos y a publicarlos. En torno a la naciente leyenda de Lovecraft sus amigos crearon una editorial -Arkham House- cuyo mismo nombre está tomado de la imaginaria ciudad donde aquél situó varios de sus relatos. La editorial tuvo un éxito cada vez mayor, Lovecraft fue saliendo del olvido en que vivió y aparecieron infinidad de imitadores que -inevitablemente- representaron el principio de la decadencia literaria de los Mitos. Al popularizarse la obra de Lovecraft, empezó también a desarrollarse su leyenda de rondador de cementerios, de sabedor de secretos prohibidos, de practicante de cultos abominables, de creyente en sus propios Mitos de Cthulhu. Los americanos -dice Maurice Lévy- quisieron explicar los monstruos de Lovecraft, haciendo de éste un monstruo.
Sus relatos se recopilaron en varios volúmenes póstumos, entre los que figuran El intruso y otros cuentos (1939) y El que acecha en la oscuridad (1951). Sus mejores novelas cortas son El caso de Charles Dexter Ward (1928), En las montañas de la locura (1931) y La sombra sobre Insmouth (1936).
En lengua española sus relatos fueron traducidos por primera vez en Argentina: en Buenos Aires la editorial Molino publicó en la década de 1940 dos libros con relatos de Lovecraft. En 1957 Minotauro publicó la antología titulada El color que cayó del cielo. En España, Alianza editó en 1968 Los mitos de Cthulhu, antología con relatos de Lovecraft y otros autores. Otras editoriales, como Bruguera, Ediciones de Bolsillo, Seix Barral y Acervo, también publicaron libros de Lovecraft. Sus relatos aparecieron también en numerosas revistas especializadas y fanzines españoles y latinoamericanos. En 1975 Jorge Luis Borges dedicó en El libro de arena un cuento a la memoria de HP Lovecraft, titulado "There are more things".
Obras escogidas:
* En español:
o El caso de Charles Dexter Ward (1928)
o La llamada de Cthulhu (1928)
o En las montañas de la locura (1931)
o El que susurra en la oscuridad (1931)
o La sombra sobre Insmouth (1936)
o El intruso y otros cuentos (1939)
o El horror en la literatura (1945)
o El que acecha en la oscuridad (1951)
o El color que cayó del cielo (1957)
o La habitación cerrada y otros cuentos de terror (1959)
o El horror de Dunwich (1963)
o Dagon y otros cuentos macabros (1965)
o El clérigo malvado y otros relatos (1966)
o Los mitos de Cthulhu (1968)
o Los que vigilan desde el tiempo y otros cuentos (1974)
o La ciudad sin nombre
o En la cripta (1980)
o Noche del océano (1982)
o El museo de los horrores (1993)
o Obras completas. Tomo I (1999)
o Obras completas. Tomo II (1999)
o Viajes al otro mundo: aventuras oníricas de Randolph Carter (2001)
o Cthulhu, una celebración de los mitos (2001)
* En inglés:
o Fungi from Yuggoth (1941)
o Beyond the wall of sleep (1943)
o The lurking fear (1947)
o The dream-quest of unknown Kadath (1956)
o The doom that came to Sarnath (1976)
o Selected letters (1976)
o To Quebec and the Stars(1977)
o A winter wish (1977)
o H.P. Lovecraft Christmas book (1984)
o Herbert West Reanimator (1985)
o Uncollected letters (1986)
o First Writings (1986)
o Commonplace book (1987)
o Four prose poems (1987)
o European glimpses (1988)
o The lurker at the treshold (1988)
o The vivisector (1990)
o The fantastic poetry (1990)
o Miscellaneous writings (1995)
o The Necronomicon (1996)
o The Nyarlathotep cycle (1997)
o Crawling Chaos (1998)
o Lord of a visible world: an autobiography in letters (2000)
o Ancient track: the complete poetical works (2001)
o The Thing on the Doorstep (2001)
o Lovecraft at last (2002)
Bibliografía:
o de Camp, L. Sprague (1992) Lovecraft: una biografía